Una calle habitada por el silencio. Una fachada de ladrillo. Un cartel cálido y naranja. Cuatro letras mudas diciendo “JANA”. Al entrar unas escaleras llevan al primer piso. Paredes pulcras vestidas de carteles de grandes funciones de antaño. Una simpática recepcionista que guía el camino a los perdidos. A lo lejos se aprecia el rumor de la desazón de un joven piano. La voz cantante de una melodía perdida en el tiempo, rompiendo el silencio. Tras unos segundos llega al encuentro, nos damos la mano y entramos en una de las calladas aulas. Me ofrece una silla y comenzamos a hablar.
Jacobo Muñoz es un actor de teatro con numerosas intervenciones en el cine (la más reciente en el largometraje Un Dios Prohibido) y en la televisión. Ha sido galardonado en los Premios de Teatro Musical 2010 como Mejor Actor Revelación, así como nominado a Mejor Actor Protagonista en los Premios Max 2010.
“En la vida todo puede ser comedia”
Hace apenas unas semanas que ha estrenado un microteatro llamado Los Mejores Amigos que, según nos cuenta, “está arrasando”. Trata básicamente sobre la amistad y “al fin y al cabo, los amigos están para contarse cosas”. La obra tiene lugar, junto a otras muchas, en un local en la calle Loreto y Chicote. Es una representación de 15 minutos, en una sala solo para 15 espectadores de menos de 15 metros cuadrados. “En la función -explica- los dos amigos se cuentan su vida el uno al otro, sus penas y sus preocupaciones… en la vida todo puede ser comedia”.
¿Qué es el teatro?
Para él, “el teatro es una representación de la vida. No lo hacemos para entretener, sino por que queremos contar una historia”. Explica, a modo de ejemplo para ilustrar lo que es la comedia, cómo “un payaso sabe hacer algo muy bien que le sale muy mal, al público le hace gracia, pero el payaso está sufriendo por dentro. Hace algo que nos pasa a todos en la vida: hacemos algo mal que hace gracia a los demás”.
Para intentar reproducir la vida tal cual es, los actores ponen todo su empeño en sentir lo mismo que sus personajes para conseguir transmitir los mismos sentimientos al público y hacerle entender sus razones por las que actúa de esa manera. “Yo no conozco a nadie que quiera ser malo -aclara- él tiene sus razones, quizá incluso piense ‘¿Por qué el mundo permite que suceda esto?’. Creo que nadie quiere ser malo, sin embargo todos dicen que quieren ser buenos”.
Vivir como un intérprete
La vida de un actor “es bonita desde fuera y desde dentro es sufrida… dependiendo de los compromisos que tenga”. Cuando empezó estudiaba y apenas tenía responsabilidades, ahora tiene una familia que mantener. “Intentas compatibilizar el desorden que llevas para ser actor con el hecho de ahorrar para mantener a tus hijos. Si tienes muchísima suerte lo consigues mediante la vía de la interpretación y si no… buscas otro camino aparte”, asegura.
Muñoz, además de actuar, es profesor en la Escuela JANA Producciones y haciendo gala de su humildad dice sobre sí mismo que es muy buen profesor por que es muy mal actor; sabe por lo que van a pasar sus alumnos.
Cuando era tan solo un niño y estaba en la flor de la vida, no tenía claro que quería dedicarse a la profesión. Lo descubrió tardíamente a la edad de 27 años al empezar a formarse como actor. “Me sorprendí por que aunque algunas cosas se me daban mal, me gustaban, cosa que no ocurría en el colegio o en la universidad cuando estudiaba empresariales, pensaba que era algo que había que hacer pero con el teatro era distinto. Aquello me gustaba realmente y me llenaba”, explica.
Fue entonces cuando empezó a soñar con ser algún día el Rey Lear o Hamlet u otros grandes personajes del drama. Hoy “no dejaría el teatro -asegura-, sería muy duro contemplar cómo los alumnos a los que has formado logran sus sueños y tú no para eso… ¡me voy a trabajar a una gasolinera!”
Seguir adelante
Sin embargo, lleva siete años sin ganar nada y aunque “lo normal es que ni siquiera te nominen”, este hecho no lo ha hecho decaer. Piensa que ahora actúa mejor que entonces y que te galardonen no es más que una palmadita en la espalda y un objeto brillante, “el verdadero premio es que te den trabajo”.
Se define a sí mismo como un hombre con conciencia y coherente con su ideología y religión, cristiana, por ello en pocas ocasiones “por suerte” ha tenido que rechazar papeles pero ahora las rechaza “más por falta de tiempo o disponibilidad que por temas de conciencia. La prioridad está clara: la familia”.
“El verdadero premio es que te den trabajo”
Aconseja a “todos aquellos que quieran actuar, que actúen. Darlo todo sin reservas. Apostar por aquello que más sabes y más te apasiona sin dar importancia a los comentarios de desánimo de los que te rodean. Pero si quieres hacerlo, hazlo, ¿a qué esperan?”. Confiesa que a él lo que realmente le gustaría es que fueran productores “para que produzcan y me contraten”
El teatro es una forma de vivir cada segundo de esta vida, que pasa ante nuestros ojos como una ráfaga de viento, como no hay ninguna otra en todo el mundo. “Un día te levantarás por la mañana, mirarás atrás y pensarás: No lo hubiera hecho de otro modo. Verdaderamente el teatro es la vida”, concluye.
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